La importancia del Psoas en el Yoga. El músculo del alma

El Psoas – Ilíaco, es el músculo más profundo y estabilizador del cuerpo humano que afecta a nuestro equilibrio estructural, amplitud del movimiento, movilidad articular y funcionamiento de los órganos del abdomen. De ahí la importancia del Psoas para nuestra salud, vitalidad y bienestar emocional.

El cuerpo presenta una serie de capas o niveles:  la piel, los músculos, los órganos y finalmente el esqueleto. Sin embargo hay algunas excepciones. Por ejemplo las costillas y el cráneo: son huesos que protegen órganos en vez de ser su soporte central. El Psoas es una excepción similar: es un músculo que se encuentra en lo más profundo del centro mismo del cuerpo, entre los intestinos y la columna vertebral.

 

Es el único músculo que conecta la columna vertebral con las piernas, el responsable de mantenernos de pie y el que nos permite levantar las piernas para caminar. Un Psoas sano asegura la estabilidad de la columna, formando además un buen estante para los órganos del abdominales.

 

Se ubica en una zona con gran actividad mecánica. Se origina a ambos lados de la columna, y se extiende lateralmente desde la vértebra torácica 12 (D12) a cada una de las 5 vértebras lumbares. Desde allí se dirige hacia abajo a través de la musculatura abdominal, la pelvis, para fijarse a la parte superior del fémur.

 

Este músculo actúa como una especie de puente colgante entre el torso y las piernas, transfiriendo el peso de arriba abajo y transmitiendo flujos energéticos en ambas direcciones.

El psoas también actúa como soporte interno del abdomen, sobre el que se asientan los órganos vitales de esta zona. Este músculo además, actúa en armonía con el diafragma, vinculando los ritmos del movimiento del cuerpo con los ritmos respiratorios, y entre ambos realizan un continuo masaje sobre la columna vertebral, los órganos, los vasos sanguíneos y los nervios del tronco, estimulando el movimiento de los fluidos por todo el cuerpo, a modo de bomba hidráulica

Es un músculo vital en todo movimiento que implique equilibrio, rotación del torso y de las piernas y, en definitiva, cualquier movimiento general del cuerpo. Por eso, los movimientos inadecuados y las malas posturas tienden a forzar su funcionamiento.

 

Como vemos, el psoas es el principal movilizador de la espalda, las caderas y la pelvis. Es el que impulsa la pierna al caminar y auxilia la rotación externa en la articulación de la cadera.

El psoas define la curva natural de la columna y controla la inclinación de la pelvis, uno de los principales elementos de la postura.

 

Con el acortamiento del psoas (por motivo de una tensión excesiva innecesaria) puede haber desequilibrios en el resto de la estructura corporal, y eso hará que la persona en cuestión, al estar de pie, asuma una posición de hombros curvados y la postura inclinada hacia adelante y en muchos casos esto se debe sobre todo a la falta de estiramientos.

Si se usa este músculo constantemente para corregir la estabilidad interna, al cabo del tiempo puede empezar a perder flexibilidad y a acortarse de forma crónica. Y una contracción o endurecimiento crónico del psoas conlleva una serie de problemas, ya que hace que otros músculos del abdomen y de la espalda se vean obligados a compensar el equilibrio y empiecen a endurecerse también. Por ejemplo: los huesos pélvicos tienden a adelantarse, disminuyendo la distancia entre las crestas ilíacas y las piernas, comprimiendo la cabeza del fémur en su articulación.

 

Esta compresión hace que los muslos se desarrollen excesivamente y el fémur pierde capacidad de rotación, un movimiento que es asumido por las rodillas y la espina lumbar.

 

Estos trastornos pueden provocar, a la larga, lesiones crónicas en la espalda, la cabeza del fémur o las rodillas

En situaciones en que el psoas ilíaco es demasiado corto en uno de los lados, se produce una gran compensación muscular generalizada en el cuerpo del sujeto  con el objetivo de proporcionar  equilibrio para contrarrestar  la anomalía ocasionada en el lado afectado. Además de hacer que las piernas se arqueen y que las rodillas se unan, esa compensación también  puede ser la causa de los pies planos.

EL PSOAS Y LAS EMOCIONES

Algunos estudios recientes consideran además al psoas, un órgano de percepción compuesto por tejido bio-inteligente que encarna, literalmente, nuestro deseo más profundo de supervivencia y de florecer. Es decir, es el mensajero primario del sistema nervioso central, por lo que es considerado también como un portavoz de emociones (“de las mariposas en la tripa”). Esto es debido a que el psoas está conectado con el diafragma a través del tejido conectivo o fascia, por lo se ve afectado tanto en la respiración, como en el miedo reflejo.

 

Liz Koch, habla ampliamente del tema en su libro, «The Psoas Muscle».

 

Koch plantea que nuestro rápido estilo de vida moderno (que dispara los niveles de adrenalina de nuestro sistema nervioso simpático) activa y mantiene en tensión, de manera crónica al Psoas, por lo que está listo para correr o luchar en todo momento.

 

Un estilo de vida acelerado y el stress generan adrenalina que crónicamente tensan el  psoas, preparándolo para correr, entrar en acción o encogerse para protegernos.  Si constantemente mantenemos el psoas en tensión debido al stress, con el tiempo comienza a acortarse y a endurecerse. Se dificultará así nuestra postura y las funciones de los órganos que habitan en el abdomen, dando lugar a dolores de espalda, ciáticas, dolor sacro, escoliosis, dolor de rodilla, problemas de disco, degeneración de la cadera, menstruaciones dolorosas o problemas digestivos.

Pero la rigidez y acortamiento en el psoas no sólo crea problemas estructurales, sino también constriñe los órganos, ejerce presión sobre los nervios, interfiere con el movimiento de los fluidos, y deteriora la respiración diafragmática.

 

De acuerdo con Koch, esta situación se ve agravada por muchas cosas en nuestro moderno estilo de vida, desde los asientos de seguridad de los coches a la ropa ajustada, desde las sillas a los zapatos que distorsionan nuestra postura, reducen los movimientos naturales y estrechan aún más nuestros psoas.

 

Koch cree que el primer paso en el desarrollo de un psoas saludable es liberar la tensión innecesaria, no solo con estiramiento, sino también trabajar la conciencia corporal, y en este caso, trabajar con el psoas quiere decir cultivar la conciencia necesaria para detectar sus mensajes.Esto implica mantenernos conscientes para estar somáticamente despiertos.

 

Es comprensible que la atrofia del psoas, reflejada en un abdomen habitualmente en tensión y comprimido, una vitalidad disminuida y una respiración alterada, conlleve alteraciones emocionales.

Puede que mucha de la ansiedad que nos oprime, o parte de esa apatía crónica que nos domina, esté relacionada con un psoas inhibido. Así mismo, la sensación permanente de inseguridad que algunas personas experimentan puede estar directamente conectada con el sobreesfuerzo continuo por mantener el equilibrio del esqueleto.

 

También es posible que una atrofia del psoas tenga mucho que ver con la sensación de agresividad constante y sin razón aparente.

 

Por otro lado, un psoas tenso manda señales de tensión al sistema nervioso, interfiere en el movimiento de los fluidos y afecta a la respiración diafragmática. De hecho, el psoas está tan íntimamente involucrado en las reacciones físicas y emocionales básicas, que cuando está tensionado de forma crónica, está enviando al cuerpo continuas señales de peligro, por lo que puede repercutir en el agotamiento de las glándulas suprarrenales y del sistema inmunológico. Esta situación se ve agravada por la forma de sentarnos o  por las posturas de nuestros hábitos diarios, que reducen nuestros movimientos naturales y constriñen aún más el músculo.

 

Un psoas liberado permite alargar mucho más la parte delantera de los muslos y permite a las piernas y la pelvis moverse con mayor fluidez e independencia. Mejora la posición de la columna y de todo el torso, con la consecuente repercusión en la mejora de las funciones de los órganos abdominales, en la respiración y en el corazón.

Cuando cultivamos la salud de nuestro psoas se reavivan nuestras energías vitales y conectamos de nuevo con nuestro potencial creativo.

 

Al relajar el psoas, y aprender a alinear nuestro cuerpo, se desarrolla confianza en el equilibrio de nuestro esqueleto, en vez de desarrollar tensiones musculares, al buscar el sostén en los músculos. Un cuerpo relajado y alineado sostiene su peso de manera natural sobre su propia estructura, dicho de otra manera: los MÚSCULOS están y deben tener la única función de mover los huesos, no de sostener el peso del cuerpo. Cuando aprendemos a repartir el peso sobre el esqueleto y a sostenerlo sin esfuerzo, la sensación se traduce en una actitud emocional de seguridad y equilibrio. Las articulaciones devienen sutiles nodos de fluir energético, dando a todo movimiento una sensación de continuidad y armonía.

 

Un psoas relajado es muy importante para una expresión corporal creativa. En lugar de los psoas contraídos, listos para correr o luchar, el psoas relajado y liberado está listo para alargarse y abrirse, listo para bailar y disfrutar

Koch cree que mediante el cultivo de un psoas sano, podemos reavivar energías vitales de nuestro cuerpo, aprendiendo a volver a conectar con la fuerza vital del universo.

 

Dentro de la tradición taoísta se habla del psoas como “la sede o el músculo del alma”, y rodea la parte inferior o «Tan Tien«, uno de los principales centros de energía del cuerpo. . Cuanto más flexible y fuerte esté el psoas, más podrá nuestra energía vital fluir a través de los huesos, músculos y articulaciones .

En los ejercicios de meditación del Tao Curativo- Tai Chi, o  Tao Yin- los movimientos se originan en el Tan Tien. Se trata del centro abdominal del cuerpo; constituye “la sede de la percepción directa” , la facultad de tomar conciencia del mundo interior y exterior- y en él se ubica el “segundo cerebro” (se dice que en el abdomen hay quizás más materia nerviosa, neuronas y  ramificaciones nerviosas,  que en el cerebro de la cabeza)En éstas prácticas, el Tan Tien se adiestra para que sea consciente y capaz de coordinar el movimiento desde el segundo cerebro. A partir del Tan Tien el movimiento se extiende hacia la periferia del cuerpo, las extremidades, hasta las yemas de los dedos de la mano y los dedos gordos de los pies.

 

En las culturas que siguen el modelo occidental, la gente pasa la mayor parte del tiempo sentadas en sillas y, después, se sienta en el auto y conduce en vez de caminar. Hemos perdido la flexibilidad natural del cuerpo. Hemos perdido conciencia del centro de gravedad y de la importancia que tiene generar todos los movimientos desde él. Sólo tomamos conciencia de la zona lumbar cuando sentimos dolor, provocado por el maltrato y el mal uso que hacemos de esa región. Nos percatamos de la región abdominal cuando ha perdido la tersura de la juventud y empieza a pedirnos una talla más de pantalones. El primer paso para recuperar la fortaleza y la flexibilidad de este centro motor es tomar conciencia del mismo de una manera enteramente nueva.

 

Desempeña la función de unir la zona lumbar y las piernas a través de la región pélvica. El psoas mayor desempeña un importante rol en relación con los riñones, corazón y diafragma torácico. Forma parte de uno de los mayores complejos musculares del cuerpo, y en la mayoría de los casos de desequilibrio muscular desempeña una función clave. “Sede del alma”, “Terreno del alma” y “Músculo del Alma” son algunas de las expresiones de respeto empleadas para denominarlo. Todas ellas señalan el fuerte impacto de este músculo sobre nuestra estructura, órganos y el estado energético de nuestro ser. Es crucial en el mantenimiento del equilibrio de la estructura corporal.

Además de la importancia del psoas en la estructura dinámica del cuerpo, también desempeña un papel esencial desde el punto de vista energético. Está íntimamente relacionado con los riñones, ya que éstos están ubicados directamente en la superficie anterior del músculo psoas, a ambos lados de la columna. En esta región, el complejo de músculos psoas, junto con los cuadrados lumbares, forman la parte posterior de la pared abdominal. Debido al constante contacto físico que mantienen con los riñones, el calor o el frío de éstos los afectan, y viceversa. Además, los uréteres, procedentes de los riñones, de camino a la vejiga, abrazan la superficie anterior del psoas, manteniendo así una conexión energética añadida con los riñones.

El psoas sería como un órgano de canalización de la energía, un núcleo que nos conecta a la tierra, nos permite crear un soporte firme y equilibrado desde el centro de nuestra pelvis. Así la  columna vertebral se alarga y a través de ella, puede fluir toda nuestra vitalidad.   

                         

En palabras de Liz Koch «Los psoas, mediante la conducción de la energía, nos conecta con la tierra, así como un cable a tierra evita choques y elimina electricidad estática en una radio. Liberada y conectada a tierra, la columna vertebral puede despertar «…» Como  la transferencia del peso gravitatorio fluye a través de los huesos, los tejidos y los músculos, hacia la tierra, rebota en esta y se dirige de nuevo hacia las piernas y la columna vertebral, energetizando, coordinando y animando la postura, el movimiento y la expresión. Es una conversación interrumpida entre nosotros, la tierra y el cosmos«.

 

Son muchas las posturas de YOGA que trabajan para liberar la tensión innecesaria del psoas; pues un psoas relajado nos permite fluir, jugar con la vida y desplegar nuestra vitalidad y expresión creativa.

 

Fuente: tuespaciointerior.es

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